viernes, diciembre 02, 2005

El DiA qUe DEjE dE LLoRaR


Insignificante vida para algunos, respetuosa libertad para la humanidad, tanto afán de conseguir lo que uno quiere. Somos como pequeñas hormigas, inmunizadas de insecticida, intentando llegar día a día para conseguir que?
Ser madre sin concebir, sin engordar durante nueve meses, a todos nos toca serlo, sin darnos cuenta, todos al fin y al cabo tenemos a alguien para proteger, es un instinto, instinto humano de ayudar y comprender a los que tenemos cerca, por los que soñamos que algún día se protegerán ellos mismos. Pequeñas similitudes unos de otros, parecidos razonables, todos buscamos lo mismo, por alguna razón o otra, seguimos diferentes caminos. Ayudar y que se dejen ayudar, querer y que se dejen querer. Llorar y tener el hombro a punto para que caiga dolor. Gratificante como el sentirse querido, autentico como el beso de una madre a su hijo. Y verdadero como el amor entre ambos.
Te sientas en un bar a esperar, la esperanza no llega, notas su latir cada vez más y más lejos, intentas alcanzar aquello por lo que soñaste, pero ese latir se va enmudeciendo. Más y más hondo…sales del bar por no mirar atrás, cruzas las largas calles mojadas, empapándote de lágrimas disimuladas con la lluvia. Ya podría enseñar el cielo como descargar tanta agua que a tanto nos cuesta. Como destellar sin que nadie se asuste, como tronar asustando a los demás.
Me gustaría entrar en el bar, ver altavoces por todas las pareces, sentir los decibelios latiendo y latiendo. Notar la e la s la p la e la r la a la n la z la a.

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